Experimentar el mundo

Yakarta, 11 de mayo


Advierto que hoy hablo de algunos temas para los que me hubiera gustado esta mejor preparado; pero quizás sea algo que también haya que experimentar, entre otras cosas porque tanto el tiempo como la inteligencia son limitados, y es necesario hablar desde la limitación si es que queremos seguir expresándonos y no vivir como convidados de piedra. Tengo que decir que me deslumbra un tanto José Antonio Marina, aunque sólo en lo que concierne a la cantidad de datos que maneja y a su capacidad de analizarlos y sacar conclusiones “válidas”, no en relación a la experiencia, a un conocimiento que nace de la confrontación con la realidad y su experimentación. Es decir no bastaría razonar sobre la realidad y tener a mano la referencia de otros estudiosos. Cuando Marina usa con especial desenvoltura y abundancia una jerga especializada, creo que es así en algún momento, pienso que su trabajo es productivo, útil, pero encuentro que sobra tanto aval, que existen problemas de traducción en lo que se refiere a la realidad, a un acceso a esa realidad más del lado de la vivencia propiamente dicha, de la cotidianidad de las personas “de carne y hueso”.

La complejidad de los asuntos imponen la necesidad de un lenguaje cada vez más especializado, y ello a la larga aleja el discurso de la propia realidad que pretende analizar, al menos para el no especialista. Creo que es un mal general, y la posibilidad de encontrar autores capaces de acceder a un público general no es grande. El libro que leo aparece densamente subrayado en algunas partes e interrogativamente limpio en otras. Y creo que ello tiene que ver con el esfuerzo que hace el autor o no de traducción a un lenguaje no especialista de la realidad sobre la que pretende escribir.

El asunto puede no afectar al contenido pero sí creo que distancia respecto a su función práctica, a la utilidad que puede sacar el lector de su lectura. Quizás lo que esté pidiendo sea una mejor accesibilidad a contenidos que nos pueden ayudar a interpretar mejor la realidad y a identificar los pensamientos defectuosos que hemos heredado del pasado. Un ejemplo es la cita de ayer de Kant en relación a la mujer que imagino siendo producto de las concepciones de una época (siempre cambiantes) y por tanto mediatizadas por el entorno social y cultural de tal manera de movernos a preguntarnos no sobre la relación que tenía Kant con la concepción del mundo, sino la relación que tenía él con su propio mundo personal, con sus pulsiones particulares, con su intimidad. El laboratorio en donde trabaja Kant obviamente condicionaba sus apreciaciones; en este caso concreto, sobre la mujer, que es claro que no es un adorno del hombre y sí capaz de tener los mismos principio que éste.

Creo que es conveniente poner en tela de juicio la tradición, porque en general la tradición tienden a la supervivencia de lo social asentada sobre los valores establecidos, valores que se deben tamizar porque entre otras cosas son las herramientas de poder de que se vale una parte de la sociedad para imponer a la otra sus propias conveniencias y puntos de vista. Si las mujeres hubieran hecho caso a Kant hoy su labor principal consistiría en hacer calceta y servir de adorno a la vida de sus maridos. Probablemente Kant hacía una vida acorde con la filosofía que expresaba. Un hombre que parece que no se movió de su ciudad natal durante toda su vida... Basta, creo que es suficiente introducción.

Me despertaron las voces de otros viajeros al fondo del pasillo, y ya no me pude volver a dormir. Me había acostado muy tarde anoche. Había salido a cenar algo y después volví de nuevo a la calle para buscar el postre, un helado o algo así. En uno de los establecimientos, una mujer joven, algo regordeta, de mirada vivaz y con una agradable sonrisa en el rostro, no muy guapa aunque sí atractiva, se ofreció a acompañarme al lugar apropiado. Terminamos sentándonos en una terraza a tomar un té frío con limón. Hablamos dos horas largas hasta que cerraron el establecimiento. Lo que me contaba tanto podía ser verdad como no, pero me encontraba bien. Le empezó a entrar la curiosidad cuando me preguntó por algunos detalles de mi vida familiar, y tirando por ahí terminé contándole algunas cosas. Era agradable la noche y podía hablarse interminablemente en el fresco ambiente que había dejado el acostumbrado diluvio de la tarde. Debió entender en seguida que mis prejuicios no eran muchos y entonces con una sonrisa encantadora no exenta de timidez me propuso que aliviáramos esa noche en su casa juntos nuestra mutua soledad. Confieso que la idea era atractiva y que se me calentó el cuerpo lo suficiente como para haber accedido a su propuesta, pero... mi sistema de alarma estaba encendido ya desde hacía tiempo. Cuando caigo en una gran ciudad me gusta recalar en las zonas bohemias, lugares en los que en los que la actividad no tiene hora de sueño, chiringuitos, cafés, discos, la música siempre en el aire; también los lugares más inseguros donde siempre hay que andar ojo avizor, pero donde se pueden tener con mayor probabilidad encuentros con otra gente. Tuve que decir amablemente que no, y explicarle además las razones. No, no pasa nada, dijo. Cuando cerraron, anduvimos todavía un rato juntos; nos despedimos en la bocacalle de mi hotel. Good night.

El otro día en uno de mis correos utilizaba la expresión “experimentar el mundo”; me refería a las posibilidades de experimentarse uno a sí mismo, a experimentar con la realidad y sus componentes; abogaba por prescindir de las ataduras que los condicionamientos del área cultural imponen y defendía la necesidad de bucear en nuestro interior a la búsqueda de esas parcelas propias todavía sin descubrir entre otras cosas porque viven mediatizadas por una profundidad marina a donde es difícil que llegue la luz, porque una parte importante de nuestro ser vive colapsado por concepciones asiomáticas heredadas de las que es difícil deshacerse. Y es que cada vez tengo más la impresión de que sabemos poco de ese mundo nuestro personal, pese a tantos libros, a tanta filosofía. Experimentarnos a nosotros mismos y a nuestros cuerpos. La educación, el ámbito cultural en que vivimos limita el campo de nuestra experimentación, es decir, ver hasta dónde podemos llegar, qué parajes visitar, cómo comportarnos aquí o allá, comprobar cómo nuestra creatividad se diversifica y entra a explorar y poner en cuestión entre otros el campo de la moral, al que tan fuertemente se encuentra constreñida nuestra conciencia.

Cito a Marina: “¿Entonces el hombre no es lo que es? Según y cómo. Somos nuestras propiedades reales y el impredecible despliegue de nuestras posibilidades” Y continúa: “Conjugar la realidad y la posibilidad es el gran arte de la invención”. Si esto no fuera así viviríamos todavía en el Paleolítico.

Experimentar el mundo. Desde hace casi un año gozo la dicha de no tener que acudir a ninguna oficina o colegio cada día. Antes acostumbraba a saltar temprano de la cama y dedicar media hora a correr por los alrededores de mi casa; pero desde que me liberé saltar inmediatamente de la cama es algo que cada día se me hace más difícil, y no se trata precisamente de indolencia o algo parecido; simplemente sucede que las primeras horas de la mañana, mientras me decido a levantarme o no, en general son las horas más productivas del día esté donde esté. Y quizás ahora viajando incluso más, porque cuando abro los ojos tengo que hacer un cierto ejercicio de tomar tierra, dado que cada día duermo en un lugar diferente, una ciudad, una isla, una selva, un barco; lo que por una razón u otra estimula mi percepción y la pone en conexión con realidades diferentes, que a su vez se traduce en un deseo de interpelar la realidad, analizarla, hablar con los elementos que la componen; cuando no yazgo simplemente contemplando la vida, eso que en Oriente llaman meditar. Hoy, por ejemplo, en este espacio de tiempo que media entre el despertarme y el momento del aseo, decidí que echaba de menos la India y que no podía volver a Madrid sin pasar allí una temporada, con lo cual acorto mi viaje hacia el este y en vez de visitar las Célebes (Sulawesi), las Molucas y Nueva Guinea, llegaré hasta el extremo de la isla de Java y desde allí volveré a la península de Malaca, para llegar a Bangkok y volar después a Sri Lanka y a la India; después tuve un bellísimo encuentro conmigo mismo; más tarde empecé una carta cuyo destino es la localidad de Parla, y a continuación empecé a darle vueltas a estas líneas a raíz de la lectura de la tarde anterior y de mi encuentro de la noche última. De manera que es la una del mediodía y todavía no me he levantado; ni siquiera he tenido tiempo de tomarme el café con leche y las pastas que me esperan sobre la mesilla de noche; que tendrán que esperar hasta que termine por lo menos estas líneas.

Experimentar el mundo y la realidad. Es muy corta nuestra vida para que tengamos que vivir bajo la tutela de un reglamento de régimen interno. ¿Cómo vamos a saber de nuestras posibilidades personales si no las experimentamos? “Cada oficio, cada estado, cada actividad tiene su perfección correspondiente. ¿No podría ser que la vida del hombre tuviera su correspondiente perfección” en el hecho de realizar lo que su inteligencia, su intuición, sus ganas de vivir van diseñando?


2 comentarios:

Anónimo dijo...

De verdad que casi no me atrevo. Tengo poca esperiencia y puedo moverme poco por fuera debido a mi enfermedad pero llevo muchos dias queriendo decir que este blog me parece estraordinario. Mi problema no me a dejado mucho espacio para desarrollar lo que llevo dentro ni me dejó tener una gran cultura pero se reconocer lo bueno cuando lo veo, y este bolg es muy bueno. Las fotos son increibles y lo que dice usted es un poco dificil de entender a veces pero me parece bonito. Leo cuanto puedo pero creo que mis libros no me enseñan esto porque la verdad esque mi mundo esta limitado y dependo de lo que otros me traen y aunque lo hacen con su buena fe no se si estan bien informados y las lecturas que me traen son las buenas. Perdone mi atrevimiento pero mi distracion es el ordenador y cuando encuentro algo bueno pues es una cosa importante para mi.

A.

Alberto de la Madrid dijo...

Tardo un tiempo en contestarle, pero es que hasta ahora me ha sido imposible. En este pais, Indonesia, las cosas van muy despacio. Me hubiera sido mas facil contestarle si hubiera tenido su correo. El acceso al blog me ha sido imposible.
No se si leera estas lineas, pero en cuanquier modo gracias por su comentario.
Un saludo