Retratos

Taman Negara National Park, 28 de mayo

Para mi suegra Mary


La había mirado yo por el rabillo del ojo, con su carita arrugada y su mirada bonancible; le había visto asomarse a la ventana del autobús estacionado frente al restaurante, comiendo de su hatillo, arroz y dos muslos de pollo. La fotografié de lejos asomada a la ventana, y un rato después, cuando volví de merodear por los alrededores en busca de algún motivo para mi cámara, me la encontré de pies apostada en el fuste de la columna del porche. Llevaba la cabeza cubierta con un largo pañuelo bordado de arabescos. La placidez de su mirada me cautivó. Terminé acercándome a ella y, con mi mejor y más tierna sonrisa, le pedí permiso para retratarla. Asintió en seguida, y rápidamente empezó a quitarse el pañuelo de la cabeza y a arreglarse el cabello; no, no, please, le decía yo con las manos. Llegué a enmarcar el rostro en el hueco oscuro de la puerta del restaurante. Este fue el resultado:

Unas horas después, cuando el autobús volvió a detenerse, la vi levantarse de los asientos traseros, coger cuidadosamente su equipaje y encaminarse hacia la puerta de salida. Cuando pasaba por mi lado, me tomó el brazo, me un apretoncito y sonrió cordialmente inclinando levemente la cabeza a modo de despedida.
¿No sabes, Mary? De eso hace unas semanas y todavía me dura el calor de aquella mano sobre mi brazo, la tierna mirada que me regaló aquella anciana. Me sentí arropado con su mirada de la misma manera que puede sentirse un niño de teta en los brazos de su madre. ¡Qué seres tan curiosos somos!, ¿verdad?
El otro retrato está sacado en el Barrio Chino de Surabaya, al este de la isla de Java, esa isla donde los libros de aventuras situaban a nlos piratas tocados de pañuelo negro con la calavera y las dos tibias cruzadas. Había terminado yo de dar una larga vuelta por el mercado, haciendo mi buena colección de retratos (ya sabes tú cuánto me gusta fotografiar a la gente... también vestida, sí, que no siempre va a ser llevar el frontón de nuestra biblioteca con hombres y mujeres en cueros), cuando algo me llamó la antención en el interior de un patio, justo al lado del templo budista en donde minutos antes había estado conversando con el cuidador. Total, que pasé al interior del patio (no veas tú la cara que le echo a veces al asunto, parece menbtira que un tímido como yo haya aprendido la frescura de meterse por todos los lados a fisgar y a fotografiar lo que de fotografiable encuentre), pasé y pedí permiso para fotografiar cualquier tonteria, porque lo que realmente buscaba era similar a lo que hacen los pescadores cuando largan el sedal al ríoññ, esperar a que algo interesante pique; y efectivamente, tras fotografiar una planta y un cuadro anodino que yacía sobre una de las paredes, me vi rodeado por una numerosa familia de cuyo conjunto yo seleccioné en seguida el rostro de esta anciana sobre ese fondo clarito que le venía que ni pintado a esos ojos brillantes y vivos que me miraban fijamente al otro lado del teleobjetivo.

¿Sabes, Mary?, cuando hago retratos casi nunca tengo tiempo de mirar a los ojos de mi retratado, sólo los uso para enfocar, todo transcurre muy rápidamente, el enfoque, medir la luz de la cara, intentar un encuadre adecuado, desplazarme para que el fondo se adecue a la toma que hago; tantas cosas que no me da tiempo a ver más. Sin embargo en esta ocasión sí, en esta ocasión el brillo de aquellos ojos, las arrugas surcando aquel rostro apacible, su mirar tranquilo, casi agradecido a este extranjero estrábico con cara de despistado que le pedía que levantara la cabeza; lo pude ver con toda claridad en las breves fracciones de segundo que precedieron al momento en que el espejo de mi cámara reflex se levanta para dejar constancia del momento. Toda la familia estaba alrededor. A todos ellos fotografié. Estaban contentos por aquella inesperada visita del fotógrafo extranjero. Seguro que si me quedo un poco más, me invitan a comer.
Y es que la gente aquí es maja; muchas veces te encuentras con miradas en la calle que encontrándose un instante con la tuya no salen en absoluto huyendo como espantadas de haber sido sorprendidas in fraganti; no, en absoluto, las miradas de ven en cuando se rozan y, antes de huir en busca de otro objeto de interés, esbozan una ancha sonrisa de reconocimiento. Por un momento has existido en el otro, la retina del otro y su cerebro han respondido con ese grato recibimiento: bienvenido, nice to meet you. Joder (perdón, Mary), no te imaginas lo agradable que es llegar al final del día con tal montonera de sonrisas en tu haber: mujeres, hombres, jóvenes, niños... Jo, y no como le pasaba a mi suegro, tu Víctor, ¿recuerdas?, que se ponía de uñas cuando un hombre te miraba más de la cuenta en el metro o el autobús.
Somos seres sociales, ¿no?; pues a mirar que la vida es corta. Y si además de mirar, porque nos gusta la gente, aquel a quien miramos, ahí es na, con quien se encuentra nuestra mirada, nos sonríe, le sonreírnos, ya tenemos un trozo de felicidad para merendarnos al final del día, cuando hagamos balance de las dichas que hemos recolectado a lo largo del día.
Bueno, Mary, que a ver si te haces con un aparato de estos con Internet para ti sola, que ya ves que hoy es el único modo de saber unos de otros cuando estamos lejos.

Bueno, Mary, que a ver si te haces con un aparato de estos con Internet para ti sola, que ya ves que hoy es el único modo de saber unos de otros cuando estamos lejos. Si te apetece puedes mandarme unas líneas de saludo. Solo tienes que picar con el ratón, ahí abajo, donde pone comentario. Me gustará encontrarte en estas páginas

Un beso, y que te siga yendo bonito.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Alberto, no sabes cuanto me acuerdo de ti. Me encanta todo lo que me mandas y tambien que veas y encuentres a esas personas tan majas y que gracias a ti tambien yo pueda disfrutar de ello. Estoy muy bien pero eso de usar ordenador es otra cosa,no me encuentro,dijeramos con el suficiente interes para ello,pero me gusta muchísimo que sigas acordandote de mí.Estoy con Maria Victoria y como sé que va a unirse a tì pronto,por mediaciòn de ella, te mando cariño y un abrazo.Good bye (¡que chula! ¿no?)
Mary